sábado, 16 de diciembre de 2006

Sondeo: Los 10 tabúes

Invitación a reflexionar acerca de 10 temas tabú de nuestra época.
¿Está de acuerdo con...?:

1) Eutanasia
2) Legalización de las Drogas
3) Matrimonios Gay
4) Pena de Muerte
5) Aborto
6) Adopción por parte de parejas gay
7) Poligamia (tanto para hombres como para mujeres)
8) Monarquía
9) Clonación
10) Uso de las Células Madre

Puede opinar acerca de todos los 10 tabúes en "Cast Your Vote" respondiendo:
Si
No
Depende
(Por favor, explique en los "Comentarios" al pie de este texto o enviándome un correo a: christian@burgazzi.name).

También pude responder a cada Tabú por separando, según vayan apareciendo de forma aleatoria en la parte superior de la columna lateral, cada vez que visita Ágora.

viernes, 15 de diciembre de 2006

CORREO #1: Después de recibir la foto despampanante de ustedes dos...y así empezó esta historia...


Christian y Lucía:
Después de ver esto......la inspiración para el cambio es ¡¡¡¡TOTAL!!!!. Me muero de la envidia, además del look porque, a juzgar por la foto, el sitio donde se la tomaron debe ser ¡¡¡BUENISIMO!!!
¡¡¡Aprovecho para mandarles un beso enorme de año nuevo a los dos!!!

Saludos,
Camila

Enero 2006
Este fue el inicio de un largo intercambio epistolar que resultó muy divertido y que iré publicando, con permiso de Camila, la co-autora. Les prometemos risas y sonrisas

jueves, 14 de diciembre de 2006

El nudo del diablo (y III)


Eloi Yagüe

(Última parte, III)
Extrañamente me desperté de madrugada y bastante inquieto. Miré el despertador: eran casi las tres de la mañana. Recordé entonces, de golpe, donde había colocado la boleta. Me levanté, encendí la lámpara ya abrí por la mitad el cuaderno de Moral y Cívica. Ahí estaba, en efecto, la causante de mis desdichas, aunque yo no recordaba en qué momento la había puesto entre las páginas donde copiaba los derechos y deberes ciudadanos. Aliviado por completo de esa preocupación, me volví a dormir de inmediato, pensando que al día siguiente cumpliría la segunda parte de mi plan, entregándole la libreta a mi madre como si nada hubiera ocurrido.

Cuando los ruidos me despertaron, una tenue claridad empezaba a entrar por la ventana de mi cuarto. Me di la vuelta de inmediato, tapándome la cabeza con la almohada para seguir durmiendo. Al despertar de nuevo, tuve la sensación de haber dormido más que de costumbre. Miré el reloj: eran más de las nueve de la mañana. Nadie me había llamado para que fuera al la escuela. Algo raro estaba pasando. Me acordé entonces de los ruidos y tuve miedo. Salí de mi cuarto. La casa estaba en completo silencio. Llamé a mi madre pero nadie respondió. En ese instante sonó el timbre y me dirigí a la entrada a ver quién tocaba. Al abrir la puerta, me encontré con un hombre flaco, vestido con traje negro, que sostenía en sus manos un sombreo gris de fieltro y un portafolios. Parecía sufrir una tristeza indecible, acentuada por unas ojeras purpúreas, cuando, extendiendo el brazo, me ofreció su mano. Yo la estreché automáticamente y él la retuvo mientras recitaba:
-Querido niño, supe lo de su abuelita, que en paz descanse, y lo acompaño en su dolor. Al mismo tiempo me es grato ofrecerle los servicios de la prestigiosa empresa que represento, la compañía de pompas fúnebres “Así lo quiso Dios, Sociedad Anónima…”.

Solté su mano como si fuera una culebra venenosa. No tomé la tarjeta blanca que me tendía, batí la puerta con toda mi fuerza en la cara del intruso. Me sentía a punto de llorar sin saber exactamente el porqué, pues no terminaba de comprender la situación. Con el corazón brincándome en el pecho, caminé hasta el cuarto de mi abuela. La puerta estaba entornada y cuando entré vi que no había nadie. Las sábanas estaban bastante desordenadas, las gavetas abiertas y sobre el piso un reguero de frascos, pastillas y jarabes derramados. Encima de la mesa de noche reposaban los lentes de redonda montura de carey, y en un vaso de agua, su plancha dental.

Una acelerada asociación de ideas se produjo en mi mente confundida y de alguna manera entendí que nunca más volvería a verla. Sólo en ese momento me acordé del nudo del diablo y tuve la intuición que me estremeció. Corrí hacia la cocina y me puse a abrir y cerrar gavetas y gabinetes. En mi alteración no me acordaba dónde lo había escondido. De pronto recordé. “¡El cajón de los manteles!”. Al abrirlo supe exactamente lo que había pasado. Mi abuela tuvo razón al decirme: “Nunca dejes hecho el nudo del diablo después de haber encontrado lo que se te haya perdido, pues su poder puede voltearse contra ti…”.

En efecto, el paño de cocina estaba en el mismo sitio donde sólo ella y yo sabíamos que estaría seguro. Pero, por lo visto, alguien lo había descubierto. Y sentí un escalofría al darme cuenta de que el nudo había desaparecido…

Este bello cuento de Eloi Yagüe, editado por Playco Editores, forma parte de su libro "El nudo del diablo y otros cuentos asombrosos", escrito para jóvenes de 12 años en adelante.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

¡Hija Perfecta!

Humor...gris...oscuro,casi negro.

Gracias de nuevo a Alma, por eviarmelo.
Inauguro así mi nueva sección de Humor.
Sus aportes son bienvenidos.

Ideología

Ciencia que trata del origen y clasificación de las ideas.
Conjunto de las ideas que caracterizan a un autor o a una escuela.

Diccionario ideológico de la lengua española
Julio Casares
de la Real Academia Española

Sincretismo

Sistema filosófico que trata de conciliar doctrinas diferentes.


Diccionario ideológico de la lengua española
Julio Casares
de la Real Academia Española

martes, 12 de diciembre de 2006

El chaval que maneja el cotarro en EEUU

Tomado de Periodista Digital
12.12.06 | 11:38. Archivado en Prensa digital, EE UU, Prensa Internac.

(PD).- Se llama Brian Stelter, tiene 21 años y un blog con total influencia sobre los polancos y los bergareches de Estados Unidos, que allí son mucho más que eso. Este fenómeno del cotilleo periodístico ha alcanzado tanta fama que le hace sombra hasta a George Clooney en una cena de celebridades.

Es el niño mimado de la universidad en la que estudia en Towson, que le proporciona wifi y le permite mandar post desde clase, si se le antoja, a su blog TVNewser. También le miman los grandes productores televisivos y las más importantes figuras del periodismo, que le llaman desde su teléfono personal para consultar estrategias y comentar lo que ocurre en el medio, sus preferencias y sus críticas.

Le adoran, le miman, pero también le temen, porque su poder de influencia es tal y sus contactos tantos que Jonathan Klein, presidente de operaciones domésticas de CNN, reunió a su departamento para prohibir que nadie le filtrase nada, y esto salió publicado poco después.

Publicaba este domingo Julio Valdeón Blanco en El Mundo que fue Stelter...

"...el primero en afirmar que Peter Jennings, el mítico presentador del telediario de la ABC, agonizaba. Cuando se supo que Karie Couric, la conductora del noticiero de la tarde en CBS, adelgazó varias tallas en una entrevista gracias al milagro de photoshop, la noticia saltó en TvNewser."

Aunque quizá lo más llamativo de su historia sea lo que cuenta el colaborador de El mundo al final de su crónica:

"Hace un mes Stelter rompió con su novia. Colgó un sucinto mensaje donde explicaba las circunstancias y aclaraba que quizá el blog perdería fuste durante unos días. A las pocas horas decenas de ejecutivos de NBC, ABC, FOX, CBS y CNN bombardeaban el libro de visitas con mensajes. Compungidos por el estado sentimental comatoso de su gurú, ofrecían consuelo espiritual y palabras balsámicas. También le urgían a mantener las riendas.

Hace un mes, durante una cena de gala de la televisión, Selter ocupaba mesa justo al lado de George Clooney. Una muchedumbre se congregó junto a ellos. Aunque sorprenda, la mayoría de la gente sólo buscaba al padre de TvNewser, un chaval que ha puesto patas arriba el panorama televisivo con un simple teclado."

lunes, 11 de diciembre de 2006

El nudo del diablo (II)


Eloi Yagüe

(Segunda parte, II)
Siempre pensé que estaba en tratos benignos con fuerzas sobrenaturales. Cada vez que sonaban las tuberías de la cocina –y eso ocurría con mucha frecuencia como en todas las casas viejas- me decía que era la bruja bailando sobre la azotea. Al principio yo me lo creía, pero poco a poco me fui acostumbrando a esos ruidos hasta que dejaron de asustarme.

Otro enigma era el gato invisible. Ella aseguraba que bajo su cama habitaba el fantasma de un felino. La primera vez me agaché para ver si era cierto y me asusté al oír el maullido, sin ver al animal por ninguna parte. Nunca pude explicarme aquello pero, por si acaso, abandoné la costumbre de esconderme bajo la cama cuando mamá me buscaba para que hiciera las tareas.

Pero el mayor misterio protagonizado por mi abuela era, sin duda, el del nudo del diablo. Cada vez que en la casa se perdía algo –bien fuera a mi madre, a mi tía, a mí o a ella misma- cogía un trapo, generalmente un viejo paño de cocina, y le hacía un grueso nudo en el centro diciendo que le estaba amarrando el rabo al diablo. Sin excepción, el objeto extraviado aparecía a las pocas horas o, a más tardar, al día siguiente. Apenas encontrado, se apresuraba a deshacer el nudo, explicando que si no lo hacía, el truco podía volverse contra nosotros. Resultaba inevitable que le estuviéramos muy agradecidos al demonio, pues nos había ayudado a encontrar infinidad de cosas, ya que en la casa todos vivíamos perdiendo llaves, lentes, tijeras, dinero y muchas otras cosas que ya ni recuerdo. Frecuentemente me imaginaba al pobre Satanás con el rabo amarrado y me daba tanta lástima que me parecía natural quitarle el nudo lo más pronto posible.

No recuerdo una sola vez que el encantamiento haya fallado. Sólo esto me bastaba para considerarla, si no maga, al menos una persona dotada de poderes pocos comunes, que se manifestaban en esa inusual relación con su majestad luciferina. Y en la casa ella era la única que podía hacerlo: las veces que mi madre, mi tía o yo mismo quisimos repetir el ritual, el sortilegio no dio resultado. Siempre teníamos que recurrir a ella, que accedía a hacer el nudo sólo después de regañarnos por ser tan descuidados y andar dejando las cosas regadas por ahí.

Cierta vez yo salí del colegio bastante preocupado, porque la boleta de calificaciones que debía enseñar a mamá no era buena y estaba seguro de que me reprendería. Recuerdo que al llegar a casa saqué todo lo que había en mi mochila y me fui a merendar viendo “El Zorro”, que era mi programa favorito. Mientras lo hacía, sólo pensaba en la forma de explicarle a mi madre la razón de esas notas tan bajas, especialmente en matemáticas.

En eso, ella llegó de su trabajo y, haciendo un gran esfuerzo, fui a mi cuarto a buscar la boleta para mostrársela. Pero, por más que sacudí el bulto boca abajo y revolví libros y cuadernos, no logré encontrarla, no me acordaba dónde estaba. De pronto mi madre apareció en el umbral de la puerta de mi cuarto preguntando por la constancia de calificaciones. A la velocidad del rayo inventé una excusa: le dije que aún no la habían entregado, sino que la darían al día siguiente, según había asegurado el director. Mi mamá se mostró extrañada, pero no averiguó más. Cuando se fue, respiré aliviado.

Con gran disimulo salí de mi cuarto y me dirigía a la cocina donde estaba mi abuela preparando la cena. Estuve un rato curioseando aquí y allá hasta que me preguntó qué me pasaba. Hipando y con los ojos anegados en lágrimas , le conté el drama de mi boleta de calificaciones. Ella, el verme en ese estado, me consoló apretándome contra su delantal y acariciándome la cabeza. Cuando me calmé un poco, me miró y con mucha seriedad me preguntó:

-¿Y ahora qué hacemos?
Y respondiéndose a sí misma dijo con malicia:
-Ya sé: le ataremos el rabo al diablo.
Dicho y hecho, tomó el paño de cocina que usaba en estos casos y lo amarró, colocándolo en el cajón de los manteles.
-No te preocupes –me dijo-. Seguro que mañana aparece, pero no le digas a nadie dónde escondí el nudo. Será un secreto entre tú y yo.
Tranquilizado, pues ya consideraba resuelto el problema, me fui a la cama temprano, como de costumbre, porque tenía que madrugar para ir al colegio.

(Continua…)

Este bello cuento de Eloi Yagüe, editado por Playco Editores, forma parte de su libro "El nudo del diablo y otros cuentos asombrosos", escrito para jóvenes de 12 años en adelante.
En los días siguientes publicaré el final de “El nudo del diablo”.

domingo, 10 de diciembre de 2006

Malabar


Regresamos a cenar al Malabar, teníamos tiempo sin ir, y la experiencia fue de nuevo sublime. Sin duda entre los mejores restaurantes de Caracas y quizás del continente.

La cocina de Carlos García, merecedor Ganador del Tenedor de Oro 2006 otorgado por la Academia Venezolana de Gastronomía, está cada vez mejor.

El diseño del lugar es muy bello, ofrece un ambiente relajante, acogedor, un regalo a la vista, con música cuidadosamente seleccionada. El servicio se mantiene en muy buen nivel (aunque lamenté la partida hacia la madre patria de Alfonso Sanguito, para mi el más atento Maître de restaurante de Caracas; desde aquí nuestro saludo y mejores deseos de éxito en España).


La comida fue memorable, para destacar las Tartaletas de parmesano y ricotta con espárragos marinados, el Carpaccio de pulpo con sorbete de tomate de árbol y rocoto, la Crema de calabacín rostizado y yogurt con salmón fresco, y el excepcional Dorado cocido en sopa Thai con arroz basmati
El vino Chianti Castiglione, excelente.


Entre los postres del Chef Påtissier Pascal Chérancé, quedamos boquiabiertos ante la Sopa marroquí de naranja, zanahoria y menta, "la fine del mondo", una mezcla sorpresiva de sabores, inusual para el paladar local, sencilla, fresca y delicada. Es uno de los mejores postres que he comido.
Además el Biscocho liquido de chocolate "Criollo Centenario" y el Cheesecake de queso de cabra con fresa confitada

En fin, una velada deliciosa, con buena conversa entre comida y bebida de primera. El lugar lleno como siempre, el salón del comedor un poco ruidoso, creo que se puede mejorar su acústica.
Mi Nota: 8,5/10