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¿Cuál deben ser los objetivos de la oposición?
Dos, en orden de importancia: 1) Construir un MURO DE CONTENCIÓN lo más alto y sólido posible, un dique enorme que detenga, de una vez por todas, las intenciones totalitarias y 2) elegir a Rosales como Presidente de todos los venezolanos.
Bajo esta perspectiva la oposición ya está en vías de ganar su objetivo prioritario; el dique se ha comenzado a construir, sólo falta demostrar que no se derrumbará si no se ganan las elecciones del 3 de Diciembre.
Para ser exitosos hay que establecer de antemano los indicadores con los cuales medir el éxito. Ganar la contienda electoral no es la única manera de ser exitosos; el nuevo liderazgo de la oposición parece tenerlo claro, mas no así muchos de sus seguidores. En otra palabras, llegar segundo en este caso no es una derrota, si el objetivo primordial es ponerle un parado firme y contundente a las pretensiones hegemónicas.
El volumen de votos debe ser tan grande que aún perdiendo, el resultado se convierta en un triunfo y transforme la eventual "victoria” roja, en una derrota real, que impida seguir "gobernando" hacia el "mar de la felicidad". Que convierta a Manuel Rosales en Vice-Presidente de facto (si es que no gana). En un contra-poder con fuerza para imponer condiciones y restricciones a la “revolución” debilitada y marchita.
Se imaginan al tipo obligado a recular (como lo hemos visto hacer muy bien, en varias ocasiones) con una oposición poderosa con Rosales a la cabeza. No lo va a nombrar Vice-Presidente, pero puede verse obligado a negociar muchas cosas, desde la composición de la Asamblea hasta Ministerios clave, si quiere mantener a flote el barco que se estará hundiendo, con todas las ratas saltando para salvarse.
Tan es así, que el temor que en estos días demuestran tener los partidarios rojos, no es sólo a perder, sino a ganar “ de vainita”.
El peligro real para la oposición es que quienes voten por Rosales lo hagan pensando que el único resultado válido es ganar. El riesgo es que el ánimo opositor se derrumbe (como lo hizo después del Revocatorio) si Rosales llega segundo así sea a menos del 10% de diferencia, lo cual, repito, sería un éxito contundente por la magnitud del muro de contención que significaría esa votación.
Este parece ser (hoy) el escenario más probable, sin descartar la posibilidad de una victoria de Manuel Rosales, por las claras señales que indican que la tortilla puede voltearse.
¿Qué hacer para evitar que la fuerza opositora, al desbandarse si no gana, derrumbe el dique que sin duda logrará construir el 3 de diciembre?
Responder esta pregunta y consolidar su fuerza, es la gran tarea del liderazgo opositor.
Eso es lo que hace un líder, mantiene a su gente motivada en todas las circunstancias, conciente de los logros alcanzados y enfocada en la visión de largo alcance, más allá del corto plazo.
Lo complejo es hacerlo en medio de una contienda electoral; es difícil trasmitir el mensaje “ganamos así sea perdiendo”, cuando se están buscando votos. Lo que no es difícil es evitar el triunfalismo y los mensajes que comunican una definición errada del éxito.
La campaña de Rosales, si bien ha sido excelente, (de hecho logró que las elecciones sean reñidas), a veces parece no cuidar el sutil equilibrio requerido para mantener su fuerza después del 3 de Diciembre, independientemente del resultado.
La oposición ya tiene asegurada, como mínimo, la Vice-Presidencia de facto para Manuel Rosales; que la posición ganada por la fuerza acumulada, no la pierda si no gana la Presidencia.
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